En 1922, el barón Philippe de Rothschild (1902-1988), a sus 20 años, se hizo cargo del destino de Mouton Rothschild. Su reinado, que duró más de 60 años, cambió profundamente el mundo del vino. Tras su muerte, su hija la baronesa Philippine de Rothschild siguió el trabajo y la filosofía del barón Philippe: hacer que un gran vino (Mouton Cadet Bordeaux) fuera accesible a una audiencia mundial más amplia. Philippine promovió la marca en todos los continentes y convirtió a Mouton Cadet en el vino de Burdeos de marca más vendido en el mundo, dándole un estilo nuevo, más frutal y rediseñando la botella. La baronesa murió en París el 22 de agosto de 2014, pero sus tres hijos, Philippe Sereys de Rothschild, Camille Sereys de Rothschild y Julien de Beaumarchais de Rothschild han continuado el notable trabajo de su abuelo y de su madre, decididos a mejorar, si cabe, la reputación de Mouton Cadet en todo el mundo y a llevar la marca aún más alto.

A día de hoy, Mouton Cadet sigue siendo un vino que desea llevar la riqueza y la historia de la prestigiosa región de Burdeos a los consumidores de todo el mundo. Para ello se sirve mayoritariamente de uvas de merlot que aportan los aromas a frutos rojos al vino y las acompaña de un poco de cabernet sauvignon que lo dota de estructura y potencia y de una pizca de cabernet franc que añade un extra de elegancia y refinamiento. El resultado es un vino de color rojo granate intenso y brillante, en cuya nariz se abren aromas de frutos silvestres, especialmente arándanos, con un toque de caramelo. Tras cierta aireación revela notas de frutas maduras como la mora y la cereza. En boca es fragante y perfumado, afrutado y con un elegante toque herbáceo de garriga. Desarrolla, en conjunto, un paso por boca redondo y muy rico, que culmina en un final largo y muy elegante de notas especiadas, especialmente pimienta blanca.